El Viaje del Judío que «Descubrió» Alemania en el siglo X

El apasionante viaje de Abraham ben Yaacov. Son muchos los que tienden a presentar el mundo Sefardí y…

El Viaje del Judío que «Descubrió» Alemania en el siglo X

El apasionante viaje de Abraham ben Yaacov. Son muchos los que tienden a presentar el mundo Sefardí y…

El Viaje del Judío que «Descubrió» Alemania en el siglo X

El apasionante viaje de Abraham ben Yaacov. Son muchos los que tienden a presentar el mundo Sefardí y…

El apasionante viaje de Abraham ben Yaacov.

Son muchos los que tienden a presentar el mundo Sefardí y Ashkenazi como dos mundos aparte, y sin conexión alguna entre sí. Como si los judíos de origen español y los judíos de origen alemán hubieran vivido en dos burbujas y una cultura no tuviera nada que ver con la otra. Dos mundos que vivieron vidas paralelas hasta su encuentro en el Israel contemporáneo. La historia nos enseña todo lo contrario.

En el siglo X la mayor parte de los judíos vivían en el mundo árabe. Desde Bagdad y Damasco hasta Córdoba en Andalucía, el mundo musulmán desarrolló una importante red política, religiosa, y mercantil que favoreció un profundo intercambio cultural entre las grandes urbes de Bagdad, Alejandría, Qairuán, Fez y Córdoba.  Las comunidades judías más importantes de la diáspora formaban parte de esa red y al igual que el mundo musulmán, los judíos de la época crearon lazos entre los grandes centros del saber de su tiempo.

La fundación del califato cordobés en el año en el año 929 convirtió a la capital de Al-Ándalus en un centro de poder que dominaba la mayor parte de la península ibérica y parte del norte de África. A Córdoba llegaron comerciantes, músicos, filósofos, poetas de todo el mundo musulmán, así como grandes rabinos de oriente que fundaron importantes escuelas talmúdicas. La paz, la prosperidad económica, el poderío militar, y una relativa tolerancia, crearon las condiciones necesarias para un esplendor cultural único en la historia de Occidente.

Córdoba se convirtió en la ciudad más poblada de Europa con una población de en torno al medio millón de habitantes. En esa época ciudades como Londres o París contaban con un censo de entre 15 mil y 20 mil almas. Una ciudad culta y cosmopolita, un Nueva York del siglo X.

Este esplendor cultural convirtió a Sefarad en un centro que irradiaba espiritualidad y saber a todo el mundo judío. Una referencia no sólo para las grandes comunidades del Mediterráneo y del Oriente sino también para las comunidades judías de Europa. La comunidad judía de España creó vínculos con todas las comunidades de la diáspora, incluidas las comunidades alemanas.

Un buen ejemplo de este vínculo con Alemania es Rabbi Yaakob ben Asher, un rabino nacido en Colonia en el siglo XIV que decide establecerse en la ciudad de Toledo. Rabbi Yaacob ben Asher fue un puente entre Alemania y España, entre el mundo sefardí y el mundo ashkenazi.

Una de las figuras mas relevantes en el estudio de la halajá (la ley judía), autor del Arba Turim, un compendio de legislación rabínica que será la base para el posterior Shulján Aruj, un código halájico de referencia que sigue rigiendo hoy la vida religiosa en una parte importante del mundo judío.

En el establecimiento de esta red entre Sefarad y Ashkenaz, entre Andalucía, España y Alemania, jugó un rol fundamental Abraham ben Yaacob. Ibrāhīm ibn Yaʿqūb en árabe, fue un comerciante judío del Califato Omeya de Córdoba, natural de Tortosa, que viajó por la Europa Central y Oriental durante la segunda mitad del siglo X.

En los años 960-970 viajó, por orden del califa de Córdoba, para comerciar con esclavos y crear para el califato una red comercial con las principales ciudades europeas de la época, así como relaciones diplomáticas con Otón el Grande, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.

Un largo viaje de 10 años con una misión oculta. El califa pretendía usar las dotes comerciales y diplomáticas de Abraham ben Yaacov para otro objetivo menos confesable: recabar información de relevancia sobre las principales potencias políticas y económicas de Occidente. Este viajero y comerciante judío andalusí del siglo X era a su vez un espía al servicio del califato.

Este viaje le llevó a Irlanda a través de Burdeos y Noirmoutier. Luego atravesó el imperio de norte a sur, pasando por Utrecht, Maguncia y Fulda, visitando las tierras del reino de los checos y, a orillas del Vístula, la ciudad comercial de Cracovia. Finalmente abandonó Europa por Sicilia.

El informe que escribió al regreso de su viaje es el primer documento escrito sobre las ciudades de Praga y Cracovia, así como de Vineta, además de relatar con detalle la vida y las costumbres de los pueblos eslavos.

El viaje de Abraham ben Yaacov conectó a Córdoba con Alemania, favoreció el conocimiento mutuo de ambos imperios, el intercambio económico y cultural entre Al-Ándalus y Europa Central, y creó una red que conectaba a las comunidades de la península ibérica con las del Sacro Imperio Romano Germánico.

Los mundos sefardí y ashkenazi no han sido impermeables el uno al otro, y sin bien son muchas las tradiciones que diferencian a ambas culturas, debemos reclamar todo aquello que les une. Una unión en la diversidad fruto de un diálogo cultural cuyo origen lo encontramos en el apasionante viaje de un judío andalusí al corazón de Alemania.

Tras siglos de inquisición, España olvidó su pasado judío. Sin embargo, son cada vez más los españoles que descubren que una parte importante de las raíces identitarias de España son judías y que no podemos entender la España de hoy sin su historia judía. Del mismo modo el mundo judío de hoy no es consciente que una parte importante de la cultura y la espiritualidad judía se fraguaron en la península ibérica y que estas fueron posible gracias al intercambio y al diálogo cultural entre Oriente y Occidente, entre Sefarad y Ashkenaz. España y el mundo judío deben reconectar con Sefarad.

Desde hace años combino mi rabinato con la gestión del Alma-Exploring the Soul of Andalusia, una inciativa dedicada al turismo cultural en Andalucía.  A mi trabajo en Alma hay que sumarle el que realizo como director Makom Sefarad, un proyecto cultural que quiere dar a conocer este legado, favorecer el encuentro entre judíos de diverso origen, y hacer de Córdoba un nuevo lugar de encuentro para el diálogo interreligioso.

Desde hace un año dirijo también La Sinagoga Abierta, una plataforma dedicada a favorecer el estudio y la vivencia de la espiritualidad judía a través de actividades presenciales y a distancia. Desde estas iniciativas apoyamos la vida judía en el sur de España, acogemos a visitantes judíos y no judíos de todo el mundo, organizamos viajes culturales, y visitas guiadas a las juderías andaluzas.

En los últimos años hemos ampliado nuestras actividades con la organización de bodas judías y Bar-Bat Mitzvas en España. Son cada vez mas las parejas y las familias que quieren venir a España a celebrar su amor y su compromiso con la Torá.

Todo esto hace que España después de cinco siglos vuelva a ser un lugar para el encuentro y la celebración de la diversidad del judaísmo. Un bello país que poco a poco recupera su memoria perdida, y que quiere volver a ser un punto de encuentro para que judíos y no judíos del mundo entero dialoguen y construyan juntos un mundo mejor.

En Alma-Exploring the Soul of Andalusia vemos el turismo como un instrumento para conocer otras culturas y facilitar el diálogo en una sociedad plural que desea vivir en paz.

 

 

Rabbi Haim Casas

Director de Alma

 

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